Los Cinco Puntos del Calvinismo
October 21, 2023-
PECADO ORIGINAL. CORRUPCION TOTAL.
Exposición de la doctrina.
La doctrina de la corrupción total aparece en la confesión de Westminster de la manera siguiente; "Por este pecado nuestros primeros padres cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, y por tanto quedaron muertos en el pecado y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo"
"Siendo ellos el tronco de la raza humana, la culpa de este pecado le fue imputada, y la misma muerte en el pecado y la naturaleza corrompida se transmitieron a la posterioridad que desciende de ellos según la generación ordinaria.
El alcance y los efectos del pecado original
San Pablo, Agustín y Calvino toman como punto de partida el hecho de que toda la humanidad pecó en Adán y que todos los hombres son "inexcusables" Ro. 2:1. Pablo recalca una y otra vez que estamos muertos, Efe. 2:12. Podemos notar en este versículo el énfasis quíntuplo que hace el apóstol colocando frase sobre frase para acentuar dicha verdad.
La doctrina de la corrupción total, que declara que el hombre sean igual de malos, ni que no exista persona alguna sin alguna virtud, ni que la naturaleza humana sea mala en sí misma. Lo que significa es que el hombre desde la caída se encuentra bajo la maldición del pecado, y que es incapaz de amar a Dios.
El hombre no regenerado puede, debido a la gracia común, amar a sus familiares, ser buen ciudadano, quizá de donar un millón de pesos para un hospital, pero no puede dar ni un simple vaso de agua fría a un discípulo en el nombre de Jesús. Un hombre si fuere borracho, puede que logre abstienes de la bebida por laguna razón; pero jamás podrá hacerlo por amor a Dios.
PRUEBAS BIBLICAS: I COR. 2:14, GEN. 2:17, ROM. 5:12, II COR. 1:9, EFE. 2:1-3; 12, JER. 13:23, SAL. 51:5, JN. 3:5 RO. 3:10-12.
2. EL DECRETO ETERNO DE DIOS. ELECCIÓN INCONDICIONAL.
Exposición de la doctrina.
La doctrina de la elección ha de considerarse sólo como una aplicación particular de la doctrina general de la predestinación en tanto se relaciona con la salvación de los pecadores. La confesión de Westminster presenta la doctrina de la siguiente manera: "Por el decreto de Dios, para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados a vida eterna, y otros preordenados están designados particularmente inalterablemente, y su número están cierto y definido que ni se puede aumentar ni disminuir".
Es importante entender con claridad esta doctrina de la elección divina, ya que nuestro concepto de dicha doctrina determinará nuestro concepto de Dios, del hombre, del mundo, y de la redención. Calvino dice "Jamás nos convenceremos como debiéramos de que nuestra salvación procede y mana de la fuente de la misericordia gratuita de Dios, mientras no hayamos comprendido se elección eterna, pues ella, por comparación, nos ilustra la gracia de Dios.
Prueba bíblica.
La primera pregunta que debemos formularnos es, ¿Hallamos esta doctrina en las Escrituras? Consideremos lo que dice San Pablo en Ef. 4:5. También es bueno considerar la cadena de oro con sus cinco eslabones; conocidos, predestinados, llamados, justificados, glorificados. Ro. 8:29.30. podemos considerar esta elección bajo diferentes aspectos: (ver cat. menor P. 7 y 8)
a) Una elección individual.
Las Escrituras presentan la elección como algo que ocurre en el pasado sin consideración a méritos personales, y totalmente soberano. Ro. 9:11,12; Jn. 15:16; Ro. 5:6,8; 1Rey. 19:18.
b) Una elección nacional.
Dios escoge a algunas naciones para que reciban mayores bendiciones espirituales y temporales que otras. Esta forma de elección ha sido bien ilustrada en la nación Judía, en ciertas naciones europeas y de América. A través del Antiguo Testamento se afirma que los judíos eran un pueblo escogido. Am. 3:2; Sal. 147:20; Deut. 7:6
c) Una elección para los medios externos de gracias.
Nacer en un hogar cristiano donde se escucha y lee el Evangelio. Nadie puede escoger el lugar de su nacimiento.
d) Una elección en cuanto las vocaciones.
Dios nos concede los talentos especiales que nos capacitan para ser estadista, o médico, o abogado, o agricultor, o músico, ser inteligente, o los dones de belleza, etc.
La elección también incluye a los ángeles, pues de ellos son partes de la creación de Dios y están bajo su gobierno. Algunos son Santos, otros pecaminosos. 1 Tim. 5:21; Mar. 8:38: 2 Ped. 2:4: Mt. 25:41.
3. LA EXPIACIÓN LIMITADA.
La pregunta que tenemos que discutir es, ¿Ofreció Cristo su vida como sacrificio por toda la humanidad, sin distinción o excepción; o la ofreció solamente por los elegidos? Los calvinistas sostienen que según la intención y el plan de Dios, Cristo murió por los elegidos únicamente.
La confesión de Fe Westminster dice concerniente a esta doctrina "Por tanto, los que son elegidos, habiendo caído en Adán son redimidos por Cristo, y en debido tiempo eficazmente llamados a la fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados, adoptados, santificados, y guardados por su poder, por medio de la fe, para salvación. Nadie más será redimido por Cristo eficazmente llamado, justificado, adoptado, santificado y salvado, sino solamente los elegidos. (cap. 3 secc. 6) cat. m. P, 16
Esta doctrina no significa que se puede limitar el valor o el poder de la expiación que Cristo hizo. El valor de la expiación depende de y es medio por la dignidad de la persona que la hizo Jesucristo el Hijo de Dios. Es importante hacer esta declaración: El calvinista limita la expiación al decir que ésta no es aplicada a todas las personas, el arminiano la limita al decir que solamente el que cree es salvo.
Las escrituras afirman que Cristo fue un rescate por sus elegidos. Cristo también enseñó que los elegidos y los redimidos eran las mismas personas, leer; Jn. 10:14,15; 15:13: 17:6,9,10; Ef. 5:25. Cristo murió por hombres como Pablo y Juan, no por hombres como Faraón y Judas, quienes eran cabras y no ovejas. En Génesis leemos que Dios "puso enemistad" entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. En Gal. 3:16 Pablo usa el término "simiente" y lo aplica a Cristo como individuo, dándonos a entender que la simiente de la mujer es el pueblo de Dios elegido. De igual manera puede notarse que la simiente de la serpiente es esa porción de la raza humana no elegida por Dios. Prestemos atención a las palabras del señor Jesús en Jn. 6:70; 8:44. Y las de Pablo, Hech. 13:10.
4. LA GRACIA EFICAZ. EL LLAMAMIENTO EFICAZ
La confesión de Westminster presenta la doctrina de la gracia eficaz de la siguiente manera, "A todos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, la agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su palabra y Espíritu fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo, iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne, renovando sus voluntades y por su potencia todopoderosa, induciéndoles hacia aquello que es bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo" (cap. X secc. I y2) ver cat. men. preg. 31
Creemos que los méritos de la obediencia y del sufrimiento de Cristo son suficientes, adecuados y ofrecidos gratuitamente a todos los hombres. Pero surge la pregunta, ¿Por qué se salva y otro se pierde? ¿Por qué razón unos se arrepienten y creen, mientras que otros, con los mismos privilegios externos no se arrepienten? El calvinista sostiene que es Dios quien causa la diferencia. El arminiano, atribuye la diferencia a los hombres mismos.
Las escrituras enseñan que el hombre en su estado natural está totalmente muerto en su pecado, y que Dios por su gracia nos resucita. Ef. 2:1,4-6; Jn. 5:24; Col. 2:13; Tit. 3:5; 1 Ped. 2:9; II Cor. 5:17; Ez. 11:19.
La regeneración y el llamamiento eficaz, no viola la libertas del hombre. Dios tampoco trata al hombre como si fuese una piedra o un pedazo de madera. Dios ilumina la mente y cambia todos los conceptos erróneos que el pecador abriga sobre Dios sobre sí mismo, y sobre el pecado. La persona regenerada comienza a ser guiada por nuevos motivos y deseos, y cosas que antes odiaba, ahora ama y desea. Este cambio no acontece por ninguna compulsión externa, sino debido a un nuevo principio de vida creado en el alma y que busca lo que le satisface.
5. LA PERSEVERANCIA DE LOS CREYENTES. (DE LOS SANTOS)
La doctrina de la perseverancia de los santos aparece en la confesión Westminster de la manera siguiente: "A quienes Dios ha aceptado en su amado, y que han sido eficazmente llamados y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. Fil. 1:6; 2 Ped. 1:10; Jn. 10:28,29; 1 Jn. 3:9. cap. XVII secc. 1 y 2
Esta perseverancia... depende no de su propio libre albedrío, sin o de la inmutabilidad del decreto, que fluye del amor gratuito e inmutable de Dios Padre (2 Tim. 2.18,19; Jer. 31:3) de la eficacia del mérito y de la intercesión de Jesucristo (Heb. 10:10,14; 13:20,21; 7;25; 9:12-15; Jn. 17:11,24; Rom. 8:33-39) de la morada del Espíritu" (Jn. 14:16,17: 1 Jn. 2:27; 3:9).
Si Dios ha escogido incondicionalmente a ciertas personas para vida eterna, y si su Espíritu aplica eficazmente a éstas los beneficios de la redención, entonces la conclusión es, que estas personas serán eternamente salvas. La perseverancia no depende de nuestras buenas obras sino de la gracia de Dios. Pablo enseña que los creyentes no están bajo la ley sino bajo la gracia y por esto no pueden ser condenados por haber violado la ley (Rom. 6:14; 7:4,8; 4:15; Gal. 5:3).
La doctrina de la perseverancia, no significa que el creyente no pueda caer en pecado, el mejor de lo creyentes aun puede caer en pecado. (2 Cor. 4:7; Rom. 7:19-25) En cuanto a los supuestos creyentes que se apartan de la fe definitivamente, demuestra que nunca han sido hijos de Dios. La cizaña nunca fue trigo. Mat. 13:38; 2 Cor. 11:14; Mt. 24:24; Rom. 9:6,7; 1 Jn. 2:9; Apc. 2:9.